ISTVÁN NÉMETH
La alternativa de Elemér Hantos para Europa Central en los años 1920-1930.
Elemér Hantos, después de sus estudios en Viena, Leipzig, París, Cambridge y Oxford, obtuvo un doctorado en Administración Pública y Derecho. Al regresar a Budapest, trabajó como abogado y participó en la fundación de diversas instituciones financieras y empresas industriales. Entre 1910 y 1918, fue miembro de la Asamblea Nacional en el Partido Nacional del Trabajo. En 1916, se convirtió en Secretario de Estado del Ministerio de Comercio, y en 1918, en el presidente del Banco Postal de Ahorros. A partir de 1917, enseñó finanzas en la Universidad de Economía de Budapest, y desde 1924, trabajó en paralelo como experto en el Comité Económico de la Liga Nacional.
Inicialmente, Hantos estudió la situación de la economía nacional; en 1924, realizó un estudio sobre la Ley de Letras de Cambio Húngaras; más tarde, durante 30 años, se ocupó de cuestiones económicas de la monarquía y de Europa Central. Algunas de sus publicaciones sobre problemáticas de Europa Central son conocidas; el volumen Valerio Corea – Johann Stark: Mitteleuropa Bibliographie (1919-1934) (Heymann Verlag, Berlín, Viena, 1935) enumeró 42 de sus libros y ensayos. Una vez que también fueron publicados en alemán, francés e italiano, sus ideas y soluciones propuestas, combinadas con sus propias experiencias sobre eventos económicos, influyeron en los debates sobre el desarrollo europeo.
Las ideas de Hantos durante la Primera Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial, en 1915, Hantos analizó la relación entre la gestión económica y la política monetaria, con especial atención en la Monarquía austrohúngara. Al examinar las causas económicas de la Primera Guerra Mundial, concluyó que fueron éstas quienes causaron su estallido.
Aunque por razones de política interna e internacional Inglaterra no fue un participante principal de la guerra, no obstante, fue su participación la que condujo a la guerra mundial: “Su motivo principal fue la destrucción del rival económico. Las tropas británicas llegaron al continente con la misión de destruir sistemática y completamente los objetivos industriales alemanes en los territorios que ocupaban”. Inglaterra se esforzó por obtener con armas económicas todo lo que no podía obtener con sus aliados blancos y de color. “Esta guerra es, desde el punto de vista de Inglaterra y Rusia, en primera instancia, una guerra económica. El propósito de Inglaterra es mantener su hegemonía mundial. El de Rusia es aumentar su poder marítimo. Ambos tienen un interés en común, a saber, evitar el desarrollo económico del Imperio alemán y de la Monarquía”.
En 1915, Hantos todavía creía que la economía moderna de la Monarquía soportaría la prueba de la guerra: la experiencia económica de la guerra incentivaría a los países a satisfacer sus propias necesidades. El libre comercio pasaría a un segundo plano una vez que los contratos que aseguraban los mayores beneficios desaparecieran en gran medida, y fueran reemplazados por otros que proporcionarían ventajas mutuas a las naciones que se habían fusionado políticamente durante la guerra, sin embargo, estas ventajas no se extendieron a los estados enemigos.
En su opinión, el Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro habían convergido económicamente desde el comienzo de la guerra, mientras que Turquía recuperó su libertad de movimiento económico como consecuencia de la guerra. Incluso si una unión aduanera entre las tres potencias no es posible, es recomendable una alianza comercial y política. Esta alianza implicaría que un área económica fuerte y unificada con 120 millones de habitantes negociaría con países terceros. Como el resultado de la guerra determina el logro de estos objetivos, “no deseamos que la guerra finalice antes y sin una victoria completa y final sobre todos nuestros oponentes”. Sin embargo, el resultado de la guerra no confirmó sus expectativas.
La desintegración del Imperio austrohúngaro y la permanencia de tensiones nacionales entre la Cuenca del Danubio.
La población de la Monarquía austrohúngara (en 1910, 51 millones de personas en un área de 676.000 km2) era étnica, lingüística y culturalmente heterogénea. Doce nacionalidades bien confinadas vivían dentro de las fronteras de la Monarquía: alemanes, húngaros, checos, polacos, rutenos, rumanos, croatas, serbios, eslovenos, musulmanes, eslovacos e italianos. Desde 1867, el gobierno funcionó bajo la modalidad de una monarquía dual, pero estaba claro que tarde o temprano, debía implementarse una forma de gobierno más estable que reemplazara al dualismo.
Después del Tratado de Paz de Versalles, las principales causas de disputa entre los pequeños estados-nación de la Monarquía fueron: el despertar de la autoconciencia de las nacionalidades, el desplazamiento de los turcos de los Balcanes (es decir, la fundación de Rumania y Serbia) y los grandes intereses de poder. Durante la primavera de 1918, las potencias victoriosas (Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña) no habían decidido el destino de la Monarquía: fuese un acuerdo federal o la creación de estados-nación. Sus ideas también incluían la creación de estados eslavos anti-alemanes.
El Tratado de paz de Brest-Litovsk (firmado el 3 de marzo de 1918), que aseguró una especie de imperio oriental del Imperio alemán, el fracaso de los intentos de la Monarquía por una paz separada (los intentos de paz de Carlos IV) y el acuerdo entre el Imperio alemán y la Monarquía austrohúngara para alcanzar una unión económica, causaron un punto de inflexión en la política de las potencias occidentales. La Entente interpretó el acuerdo económico entre las dos monarquías como la caída final de la Monarquía bajo el dominio del Imperio alemán.
En sus reclamos territoriales, las nacionalidades de la Monarquía no mostraron en absoluto más autocontrol que los defensores de la idea imperial húngara de principios de siglo. Todas las naciones tenían soñadores que, una vez que hablaban o llegaban al poder, por lo general también encontraban su base.
Las fronteras finales de la Cuenca del Danubio se alcanzaron gracias a un compromiso entre los reclamos exorbitantes de las naciones más pequeñas y los planes en su mayoría modestos de las grandes potencias. La consecuencia de la irremediable situación étnica mixta de la región fue que no se crearon estados naciones, sino formaciones estatales con grandes minorías étnicas. En Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia (el estado serbocroata) y Rumania, las minorías constituían el 30% de la población.
Antes de 1914, de los 100-120 millones de habitantes del área que se extendía desde Finlandia hasta el mar Mediterráneo, 50 millones vivían como minorías dentro de las fronteras de un Estado, pero después de 1920 solamente 32 millones lo hacían. Por lo tanto, desde un punto de vista étnico, la situación había mejorado. Entre las nuevas minorías étnicas, las más significativas fueron: alemanes (6-7 millones en Checoslovaquia, Polonia y otros lugares), ucranianos y rutenos (5 millones) y húngaros (3-3,5 millones). Pero como resultado de las demarcaciones nacionales incompletas, la región se caracterizaba aún por disturbios étnicos. ¡Entre 1924-1943, durante la preparación para la paz, los estadounidenses identificaron 34 puntos focales, de los cuales 30 estaban en Europa Central y Oriental!
Las potencias victoriosas de la Primera Guerra Mundial hicieron un esfuerzo para crear estabilidad en la región mediante dos “métodos defensivos”: primero, a través de la cooperación de los estados pequeños recién creados entre el Báltico y el Mediterráneo, óptimamente mediante su confederación. No obstante, pronto resultó que esta cooperación no estaba funcionando debido a contradicciones internas. No sólo hubo un conflicto tenso entre los ganadores y perdedores, sino también entre los propios ganadores. Desde 1920, Polonia estaba librando una guerra expansionista contra Lituania, que dividió los estados bálticos en dos campos. Desde 1921, la Pequeña Entente miró a Hungría con hostilidad. En los Balcanes, Bulgaria miró fijamente a sus vecinos.
Otro método, para establecer un mecanismo de protección de las minorías, se desarrolló en Versalles, con el fin de aliviar las tensiones étnicas. Las reglas hicieron posible la libre elección de la ciudadanía. En algunos casos, también aseguraron la autonomía cultural y territorial. Checoslovaquia y Rumania, en principio, adoptaron estas recomendaciones, pero hasta 1938 y 1940 respectivamente, rechazaron sistemáticamente su implementación.
Europa Central: la unidad regional paneuropea.
En junio de 1926, Hantos fue uno de los miembros fundadores de la sección paneuropea húngara, y aceptó un rol activo en la elaboración del programa económico de la Unión Paneuropea, desarrollado por R. N. Coudenhove-Kalergi en 1923. En el primer Congreso Paneuropeo en Viena (del 3 al 6 de octubre de 1926), presentó un proyecto de recomendación sobre la importancia del transporte. Desde 1923, con el objetivo de superar las condiciones intolerables, los movimientos paneuropeos y centroeuropeos de Hantos, inicialmente buscaron tendencias federales y, más tarde, confederaron tendencias con el interés de colaborar entre los estados-nación. Él creía en una base paneuropea para reconstruir una comunidad de estados que daría forma a una especie de organismo y proporcionaría vitalidad y contenido positivo para la alianza de estos estados. Usualmente, empleó el término “orgánico” para referirse a la estructuración del estado.
Pan-Europa se desarrollaría sólo gradualmente a partir de grupos regionales. El progreso paso a paso podía ser realizado a través de varias agrupaciones estatales, que estarían estrechamente vinculadas de manera natural, debido a la identidad de los intereses. Hantos contó con un bloque de Europa Occidental (Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo), un bloque Báltico (Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania) y la unificación de la política económica entre los estados sucesores del Imperio austrohúngaro (Polonia, Rumania, Checoslovaquia, Yugoslavia, Hungría y Austria). La última área económica ascendería a un total de 1.227 millones de km2 con 90 millones de habitantes.
Según él, la estructura paneuropea puede ser construida sólo en “organismos”. Las nuevas entidades políticas centroeuropeas son todavía semillas, en su forma actual incapaces de cooperar estructuralmente, ya sea desde una política global o desde un punto de vista económico global.
El Imperio austrohúngaro constituye una unidad económica ideal con la autonomía adecuada. Con posterioridad a los tratados de París, surgieron seis formaciones política y económicamente independientes, sin colaboración entre ellas. Solamente prevalecieron las motivaciones de las políticas de poder después de la liquidación de la Monarquía del Danubio tardía; los motivos étnicos fueron sacrificados y las funciones de la política económica fueron ignoradas. La Pequeña Entente fue creada con un solo propósito: mantener los tratados de paz. Ésta, contiene solamente una pequeña parte en Europa Central, por lo tanto, no puede servir como originadora de una Europa Central. Sin Alemania, Austria y Hungría, Europa Central económicamente permanecería como un torso.
En su opinión, Europa Central tiene que resolver dos problemáticas importantes: los aspectos económicos y étnicos. Debería crear nuevamente una unidad económica; a nivel nacional, debe afirmar el derecho de las personas a la autodeterminación o debe reemplazar el principio territorial por el principio de personalidad étnica. Los imperativos naturales y morales de Europa Central son la unión económica, monetaria y de transporte entre los estados-nación y las minorías autónomas cerradas.
La forma de la reconstrucción de Europa Central debe derivar de su esencia, no de la historia, que no muestra similitud con la situación actual. No hay un paralelismo entre Europa Central en tiempos de guerra y la actual. Todos los puentes construidos en Europa Central durante la guerra han colapsados.
En la actualidad, una federación centroeuropea constituiría un núcleo sólido de una organización paneuropea aunque sólo por su situación geográfica. El proceso de desarrollo político y económico continuamente uniría otras naciones y nuevas unidades políticas a la federación estatal. El próximo paso sería establecer una estrecha cooperación económica con el Imperio alemán y con Francia. En medio de circunstancias favorables, la federación centroeuropea crecería a una proporción continental. Su objetivo final sería crear una organización lo suficientemente fuerte para resistir incluso a las intenciones económicas globales de las superpotencias más fuertes.
Europa Central sería solamente el comienzo, la implementación parcial del concepto paneuropeo. Pero Pan-Europa no puede establecerse sin una organización centroeuropea; su creación es inconcebible si no se cierra un vació en Europa Central.
La colaboración económica debe ser el punto de partida del acercamiento entre las naciones. Esta es la manera más fácil de convencer a las personas que la solidaridad beneficiará a todos. Las ideas políticas más brillantes siguen siendo ineficaces si son incompatibles con los intereses económicos. Por lo tanto, la oportunidad y la necesidad económica es la piedra de toque de la política real del concepto paneuropeo.
Elemér Hantos en apoyo a la Unión Aduanera Europea y a la Comunidad Económica de Europa Central en la década de 1920.
En enero de 1919, Hantos estaba convencido de que muchas de las nuevas fronteras (12.000 km) y las barreras aduaneras sólo podían unificarse mediante un sistema económico centroeuropeo. Por tal motivo, elaboró un sistema para alcanzar acuerdos entre las diversas unidades políticas de la región en materia de divisas, comercio y transporte.
En la primavera de 1923, Hantos publicó su visión acerca de la reconstrucción de Europa Central en las columnas del diario vienés “Neue Freie Presse”. Él, defendió una “alianza económica de Europa Central”, la cual se refería a un acuerdo de los estados sucesores de la Monarquía del Danubio. La reconstrucción de Europa Central debía comenzar por la revisión de sus monedas en crisis. En una de sus presentaciones, Hantos mencionó que el plan francés para la creación de una “Federación del Danubio” había fallado con la Pequeña Entente. Los tratados de Saint Germain (Artículo 222) y Trianon (Artículo 205), habían anulado la recuperación económica de la Monarquía del Danubio, ya que sus párrafos sólo permitían regulaciones especiales entre Hungría, Austria y Checoslovaquia. Hantos, propuso una alianza económica y aduanera, cooperación que denominó “centroeuropea”. En su lucha por eximir las relaciones económicas vecinas de la política, consideró importante establecer una “Europa económica del Danubio”.
Según Hantos, los redactores de los tratados de paz creían que con la destrucción de la Monarquía austrohúngara sentaban las bases para las nuevas formaciones estatales de la Confederación del Danubio; pero, contrariamente, se trazaron arbitrariamente nuevas fronteras. Por otro lado, no evitaron la destrucción de la unión económica, un posible punto de partida para muchos tipos de acercamientos. La completa falta de previsión también se manifestó por el hecho de que los dos sistemas monetarios centroeuropeos fueron reemplazados por una docena de monedas distintas de diferentes valores. Así, seis diversas monedas reemplazaron la política monetaria de la Monarquía que se encontraba en vigencia desde 1816. La miseria y el sufrimiento centroeuropeo se expresaron a través de la multitud, fluctuación y devaluación de las monedas, surgiendo un verdadero caos monetario.
Desde el principio de la década de 1920, Hantos abogó activamente por la integración europea, particularmente por la de Europa Central. En 1924, fue nombrado experto económico de la Liga de las Naciones. Además, fundó los Institutos de Europa Central de Budapest, Brno y Viena, y el Centro de Estudios de Europa Central en Ginebra.
En 1924, siguiendo la iniciativa de los líderes y economistas en su lucha por desmantelar las barreras aduaneras y restaurar el libre comercio, se creó el Comité Internacional para la Unión Europea. En 1926, se establecieron comités nacionales en Alemania y en Hungría; la organización tenía grupos que operaban en Francia, Bélgica, Checoslovaquia y Suiza. El diario oficial del Comité Central se publicó en La Haya, pero también se publicaron diarios en Francia y Alemania (hasta 1933). El periodista alemán Edgar Stern Rubarth, el economista francés Charles Gide y Elemér Hantos fueron miembros de la primera junta. El personal de la comisión incluía a Paul von Zeeland, director del Banco Nacional de Bélgica y Primer Ministro belga desde 1935, y al banquero francés Edmond Giscard d’Estaing.
La primera Conferencia Económica de Europa Central (I. Mitteleuropäische Wirtschaftstagung) se celebró del 8 al 9 de septiembre de 1925 en Viena. Siguiendo la propuesta de Hantos, el congreso adoptó una resolución que explicaba la situación insostenible de la economía centroeuropea con el aislamiento a gran escala de las economías nacionales de los pequeños estados. Se constituyó un comité de trabajo conjunto entre los representantes de los estados de Europa Central, que tenía la tarea de establecer una organización económica permanente de Europa Central.
En 1925, cuando se fundó la Unión Aduanera Europea (Europäischer Zollverein), Elemér Hantos se convirtió en miembro del comité internacional. (Estados miembros: Alemania, Francia, Grecia, Gran Bretaña, Italia, Austria, Suiza, Checoslovaquia, Hungría y los Estados Unidos de América). Los proponentes de la unión aduanera utilizaron el enfoque de Edgar Stern Rubarht, presidente de la Unión Aduanera Europea, para popularizar sus puntos de vista: “El siguiente ejemplo muestra cómo los procesos actuales acaban dentro del trabajo “nacional” que supuestamente necesita protección: el carbón británico vaga por el mineral francés, que va a Alemania como arrabio, donde se fabrican máquinas a partir de él. En Austria, fabrican arados con máquinas alemanas. Rumania compra los arados para la producción de trigo, que luego muelen los molinos húngaros. Sin embargo, Inglaterra necesita harina para producir pan para sus mineros, que al final es seis veces más caro debido a los aranceles. En realidad, sólo hay un consumidor: el mercado internacional. Esto se complementa con el sistema financiero internacional, que une todas las partes del mundo en una sola comunidad económica. Todos los miembros de esta comunidad, ya sea un individuo o el propio estado, son entre sí, y a la vez ellos mismos, productores y consumidores, acreedores y deudores”.
En 1925, Hantos publicó dos libros con el apoyo de la Liga de las Naciones: “El problema del dinero en Europa Central” (Das Geldproblem in Mitteleuropa) y “La política comercial en Europa Central” (Die Handelspolitik in Mitteleuropa). Su objetivo era converger lo teóricamente correcto y lo prácticamente deseable con lo políticamente sostenible. La implementación de la colaboración centroeuropea dependía de la buena voluntad y la comprensión de los principales estadistas; la ciencia era capaz de proveer sólo los fundamentos teóricos. Siete años de pequeña independencia de estado cambiaron completamente el enfoque, y la idea de la unificación ganó muchos adeptos. La idea no estuvo solamente presente en los estudios de un par de “fantasiosos”, sino que también logró ingresar a las oficinas públicas de las grandes potencias, y en el verano de 1925, alcanzó una actualidad extraordinaria por parte del comité experto de la Liga de las Naciones, defendido por el gobierno austriaco. Los primeros pasos prácticos fueron dados por industriales siderúrgicos europeos, quienes, por iniciativa de Emile Mayrisch de Luxemburgo, crearon el Cartel Internacional del Acero en 1926. El Cartel unió la industria siderúrgica francesa, alemana, belga y luxemburguesa, y los trabajos de hierro y acero en Sarre. En febrero de 1927, los productores de acero de Austria, Hungría y Checoslovaquia se unieron al Cartel.
La idea paneuropea fue poner la práctica económica en el marco de la Unión Aduanera Europea. Antes de la Primera Guerra Mundial, los aranceles eran los instrumentos más importantes de la política comercial. Esta “arma” de la política comercial tradicional, después de la Guerra Mundial se encontró con nuevos obstáculos: fluctuaciones monetarias, problemas de transferencias de dinero, problemas de tráfico, prohibiciones de exportación e importación, impuestos a las ventas y tasas para el transporte ferroviario. “Las conclusiones que convencieron a todos los profanos fueron: la imposición de aranceles es un aumento de precio; los aumentos de precio causan una disminución del poder adquisitivo, la disminución del poder adquisitivo genera una caída de las ventas; la caída de las ventas obliga a hacer recortes en la producción; los recortes en la producción causan pobreza y miseria. Por el contrario, la Unión Aduanera Europea implica la reducción de los precios mediante la abolición de los aranceles: la reducción de los precios creará un alto poder adquisitivo; el incremento del poder adquisitivo requiere una expansión de las ventas; la expansión de las ventas dará como resultado un incremento de la producción; el incremento de la producción conduce a la abundancia y a la riqueza”.
En comparación con el dinámico desarrollo económico de los Estados Unidos durante la década del 1920, en Europa afloró una situación económica caótica. En el mismo territorio donde existían 26 áreas aduaneras en 1914, ahora había 38; en lugar de 13 monedas independientes, ahora había 27 en circulación. La red de transporte europeo estaba dividida en más de una docena de redes de tráfico. Europa estaba fragmentada en lugar de trabajar en pos de la unificación, la centralización o la colaboración.
Por tal motivo, la tarea principal de la Unión Aduanera Europea era mitigar la crisis económica, es decir, liberar a los países europeos de sus problemas. Una Europa económicamente fuerte, con un poder adquisitivo cada vez mayor y con un área aduanera unificada, podía ser valiosa para otras regiones económicas. Sin embargo, la unificación del continente no debe ser usada como un arma contra el mundo extraeuropeo.
El sistema político de contratos regionales establecido en Locarno podía ser utilizado en la construcción regional de la Unión Aduanera Europea. No obstante, esto sólo sería una fase transicional hacia la Unión Aduanera Europea. Solamente hay un camino para la seguridad del estado: eliminar las barreras económicas en el campo de las finanzas, de la economía y del transporte. Ciertos bienes deberían ser concedidos libres de impuestos o con aranceles especiales favorables. Las tarifas más bajas serían creadas mediante un convenio colectivo entre los estados interesados o con un sistema de acuerdos separados. El acercamiento de la política económica sería aún más efectivo si la libre circulación de personas, de pagos y de capitales fuesen realizados. Hantos propuso medidas para cambios fundamentales en las organizaciones de tráfico y de transporte. Los estados sucesores podrían formar una alianza ferroviaria internacional. El Danubio sería la ruta de transporte más natural e ideal para productos a granel de Europa Central. Debería haber un acuerdo sobre tarifas comunes y transbordo común para ambas formas de transporte.
Las medidas más necesarias incluyen el establecimiento de una comunidad financiera centroeuropea. Como solución, Hantos propuso consolidar los bancos centrales en un cartel, que armonizaría las ventajas de la moneda común con la autonomía financiera atesorada por los estados. Dicha comunidad monetaria, en la cual los estados contratantes tienen un banco central independiente, también incentivaría una cooperación cercana entre las áreas aduaneras separadas.
El Instituto Centroeuropeo en apoyo al acercamiento cultural y económico de los estados centroeuropeos.
Hantos escribió en la primavera de 1926, “En la nueva situación completamente cambiada, no es posible mantener nada que conserve política, económica y socialmente a la vieja Europa Central. El sistema de contratos comerciales en Europa Central, la red de transporte centroeuropea, el sistema crediticio centroeuropeo y el sistema monetario de Europa Central han sido destruidos. Europa Central ha sobrevivido sólo en términos geográficos y su actual fragmentación nacional, económica y social requiere más que nunca una organización. Especialmente las áreas culturales y económicas necesitan cooperación lo antes posible”.
Entre 1925-1926, Hantos realizó una serie de conferencias en la Universidad de Viena acerca de los problemas culturales de Europa Central. Desde el principio, sabía que los lazos culturales centenarios y la comunidad que conecta a las naciones de Europa Central, a pesar de todas las animosidades, constituían el mejor punto de partida para el acuerdo económico centroeuropeo.
En Europa Central, sólo el estado y especialmente las grandes ciudades tenían los medios financieros necesarios para apoyar y organizar la cultura intelectual. Como resultado de la Primera Guerra Mundial y de las revoluciones, la situación económica de las comunidades se había deteriorado tanto que les impedía actuar como patrocinadoras de cultura en el sentido tradicional. Cada vez más, la cuestión de la cultura se convirtió en un problema financiero del presupuesto estatal. También las instituciones culturales, entendidas en un sentido más amplio, tuvieron dificultades para sobreponerse a la crisis. La reestructuración social aplastó la tradición educativa, que era el factor cultural más importante. En el mundo de los empresarios, los nuevos ricos mostraron poca empatía hacia la pobreza y la ignorancia.
Las animosidades internacionales entre personas viviendo conjuntamente en pequeñas áreas llevaron al aumento del armamento hasta un punto absurdo. Especialmente el gasto cultural sufrió las consecuencias del nacionalismo militar prevaleciente. Los montos asignados a la cultura y a la educación quedaron muy por detrás del gasto militar en el presupuesto estatal.
Hantos observó las causas de la crisis cultural centroeuropea en las áreas de la política cultural, financiera y nacional, y en las organizaciones. Por tal motivo, decidió crear un Instituto de Europa Central que debía tener los fundamentos claramente delineados. La base para una construcción sólida de Europa Central tenía que ser proporcionada por la investigación académica. Un esquema claro y cuidadosamente revisado del sistema cultural y económico de Europa Central ayudaría a salir del caos. Según Hantos, la falta de objetivos, programas y planes constituía el principal obstáculo para un acuerdo centroeuropeo acerca de los problemas comunes de las naciones.
Un Instituto Centroeuropeo uniría a todos los estados de Europa Central en un vínculo común de síntesis intelectual, cultural y económica. En los diversos países, los representantes destacados de la vida científica y económica por sí mismos constituirían una base suficiente para la creación de la organización social interestatal.
“El Instituto de Europa Central debe, por todos los medios, lograr una cooperación cultural y económica creciente y duradera. Los recursos para convertir al Instituto de Europa Central en una organización valiosa y unificadora son: el intercambio intenso de ideas en conferencias, en la prensa, y en la literatura; relaciones más cercanas en todos los campos científicos y técnicos; el intercambio de docentes en las diferentes disciplinas, y la participación de los estudiantes en sus instituciones educativas”.
El proyecto de estatutos del Instituto de Europa Central tenía como objetivo “la creación de fundaciones científicas necesarias para el consenso cultural y económico, y el acercamiento de los pueblos centroeuropeos. [...] Su tarea en el futuro es encontrar formas y medios para que las naciones centroeuropeas puedan beneficiarse a través de la cooperación cultural y económica, manteniendo, al mismo tiempo, cada Estado completa independencia política”. El esbozo trazó la perspectiva de promover la cooperación entre los países centroeuropeos mediante lo siguiente: la creación de contactos personales entre científicos y representantes destacados de la economía; la cooperación entre instituciones y organismo económicos; consultas conjuntas entre profesionales interesados y grupos de interés; conferencias, publicaciones científicas y eventos.
Hantos designó a una de las capitales de los estados (Belgrado, Berlín, Budapest, Bucarest, Praga, Varsovia o Viena) para ser la sede del Instituto de Europa Central. La sede cambiaría cada tres años, y la junta directiva decidiría la nueva ubicación por mayoría de votos. La institución tendría sucursales en todas las capitales de Europa Central y funcionaría como una asociación no-política, cultural y económica. Además de los miembros ordinarios, también habría miembros de apoyo y correspondientes.
La problemática de la economía centroeuropea en la Conferencia Económica Mundial (del 4 al 23 de mayo de 1927).
La primera Conferencia Económica Mundial tuvo lugar en mayo de 1927 en Ginebra, fue organizada por la Liga de las Naciones y estuvieron representados 47 estados. “El objetivo de la conferencia fue llamar la atención, a través de la luz de la ciencia y de métodos prácticos, que el hecho de la competencia desesperada entre las naciones, en la que una está esperando que la otra pierda, sólo pueda llevar a cada vez más choques, y que existe una única salida: identificar y fomentar la solidaridad económica”
Hantos no estaba satisfecho con los documentos preparatorios de la conferencia, ya que no proporcionaban una imagen precisa de la situación en Europa Central. Cuando presentaron la estructura de Europa, etiquetaron su centro como el de mayor miseria económica, pero lo vincularon con Europa del Este, oscureciendo completamente su imagen. Aunque los estados miembros de la Unión Soviética habían sido excluidos del grupo “Europa Central y Oriental”, las partes restantes todavía no entraban en un grupo. Además de Alemania, Austria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y Yugoslavia, también mencionaron a Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania en conjunto con Europa Central, países con los que apenas mantenía relaciones comerciales. Hantos enfatizó la importancia de aclarar el concepto de Europa Central. Según él, sería suficiente para un nuevo orden europeo, si el concepto de “Europa Central” fuese ampliado, respectivamente, si la región económica centroeuropea fuese extendida. Anteriormente, el área económica de Europa Central sólo había incluido el Imperio alemán y la Monarquía austrohúngara, pero ahora fue extendida en dirección este y oeste, y cubrió las partes esenciales de los Balcanes. Si Europa Central fuese reducida a Alemania, que junto a los estados sucesores de la Monarquía austrohúngara está situada en el corazón de Europa, comparada con la Europa Central anterior incrementaría y acumularía 1,7 millones de kilómetros cuadrados y una población de 150,36 millones.
La problemática de la economía centroeuropea no fue específicamente señalada en las negociaciones, pero varios participantes prominentes de la conferencia (Zimmermann, Layton, Loucher) plantearon la temática y sugirieron que el principal ámbito de los problemas económicos era Europa Central. El debate acerca de las problemáticas centroeuropeas se focalizó en los memorandos de Hantos (Problemas Económicos de Europa Central), que había escrito en nombre de la Conferencia Económica Centroeuropea en Viena. En su memorando, Hantos repitió los argumentos respecto a los beneficios de un área económica única y concluyó que “ninguna persona inteligente pensaría nunca más en restaurar el antiguo sistema político de Europa Central. Sin embargo, dada la situación actual, cualquier persona razonable debe plantear la pregunta, si era correcto destruir la comunidad económica forjada por las tradiciones generacionales y por las poderosas fuerzas de la naturaleza, debido a los intereses de poder”.
Sugerencias para resolver la crisis agraria en Europa Central
Desde 1928, Hantos había sostenido que la crisis agrícola debía ser resulta independientemente del mundo en aquellas áreas económicas grandes y cerradas, donde la producción y el consumo de productos agrícolas estaban equilibrados.
La demanda de granos en los tres países industrializados de Europa Central (Alemania, Checoslovaquia y Austria) podía ser fundamental para los estados que exportaban productos agrícolas (Hungría, Yugoslavia y Rumania). La reestructuración de las importaciones de granos, “la eliminación de los excedentes agrícolas de Europa Central”, no pondría en peligro las exportaciones a los estados extranjeros. La urgencia y la necesidad para tal cooperación regional son mayor por el hecho de que Estados Unidos estaba haciendo grandes esfuerzos para recuperar su agricultura.
La pobreza y la disminución de las tasas de natalidad exacerbaron aún más la crisis en Europa Central; esta región puede quejarse más debido a la disminución del consumo en áreas minoristas tradicionales que del ingreso del exceso de producción del exterior. La razón de la crisis agraria en Europa Central no se debió a los productos abaratados provenientes de América, estos sólo dieron el golpe final. Si bien existe una conexión entre la crisis agraria local y la producción de granos en el exterior, el origen no es el mismo. Desde que la agricultura centroeuropea fue excesivamente abrumada por una desafortunada división de inmuebles, esta colapsó bajo el suministro estadounidense. Otras razones fueron: aumentos de precios para recursos, impuestos y condiciones sociales, así como escasez de dinero. La causa de la crisis no debería ser buscada en el desplome de los precios estadounidenses, tampoco se puede esperar una recuperación de la misma a partir del aumento de los precios de los granos en Estados Unidos. La crisis agrícola en Europa Central no sólo es más amplia y más profunda que en otras regiones de Europa, sino que también es de una naturaleza diferente y, por lo tanto, requiere diferentes medidas para resolverla.
Hantos consideró que la principal causa de la crisis agraria era la destrucción del área homogénea de producción y ventas. Los países de repente liquidaron sus relaciones entre sí, sometiéndose ellos mismos a esfuerzos de autarquía y enfrentándose los unos a los otros. La Monarquía del Danubio representa un raro equilibrio en la política económica y de suministro. Su solidaridad con el Imperio alemán fue restaurada mediante derechos aduaneros prácticamente idénticos para ambas áreas. En la autarquía previa a la guerra, la política de precios era independiente y estable, con una influencia limitada del mercado mundial. No obstante, los nuevos estados de Europa Central eran menos significativos en lo que respecta a la política comercial; no tenían precios basados en el mercado, y por tal motivo, eran vulnerables a los dictados de los precios del mercado mundial. Pero estos eran mucho menor al costo de la producción agrícola en Europa Central.
Los tres países exportadores (Hungría, Rumania y Yugoslavia) compitieron entre sí y se rebajaron entre sí para venderse sus productos. Este fue el estímulo inicial para crear la organización del mercado centroeuropeo.
Del 28 al 30 de agosto de 1930, representantes de los estados exportadores de productos agrícolas más importantes, acordaron en Varsovia que los pequeños y medianos estados no eran capaces de resolver de manera independiente la crisis agrícola. Los estados agrarios vecinos necesitaban acuerdos internacionales en lugar de bilaterales.
Hantos sugirió que, con el fin de equipar los mercados de ventas contra las ofertas urgentes de los productores agrícolas insolventes, debían crearse almacenes y organizaciones de ventas para manejar las compras de intervención. La división en diversos sectores dificultaría las ventas y aumentaría los riesgos. Con el objetivo de neutralizar la competencia de la subvaloración de los precios del mercado, se debe establecer un contexto para los agricultores, molinos y comerciantes de granos, que les permita posponer la venta de sus productos. Esto requiere la construcción de almacenes, soluciones para créditos comerciales y producción de calidad. Los agricultores deben ser alentados para que produzcan productos de alta calidad, ya que esta es la única manera de deshacerse de la competencia extranjera.
Hantos descubrió que en los tres estados del Danubio, las condiciones económicas para la cooperación de la política comercial eran las mejores. Los tres eran partes negociadoras más o menos equivalentes, sus productos agrícolas más importantes eran los mismos y las diferencias de calidad no eran significativas. En caso de una cosecha promedio, los estados del Danubio exportarían un total de 35-40 millones de toneladas de trigo, maíz, cebada y centeno, que el mercado europeo absorbería. Pero hasta ahora, esto no estaba sucediendo; los cultivos del Danubio estaban luchando para competir con productos extranjeros de calidad, a costa de un gran sacrificio. Una cooperación de los tres estados cambiaría la situación, ya que las condiciones previas para sus esfuerzos eran iguales y estaban bien fundamentadas.
Las dificultades de Polonia para exportar centeno ofrecen menos opciones para llegar una solución con los otros países con excedentes. El precio de venta del centeno asciende al 60% de los costos totales de producción. Polonia comparte la situación de crisis agrícola principalmente con Alemania, el mayor productor de centeno. En el invierno de 1929, los dos estados concluyeron un acuerdo de centeno, según el cual las ventas de centeno en los mercados mundiales son llevadas adelante por un comité conjunto polaco-alemán.
De este modo, la línea divisoria se extiende entre los cuatro estados agrícolas y los tres estados industriales. Se propone que los estados industriales se hagan cargo del exceso de producción de los estados agrícolas. Estos podrían comprar todo el exceso de cebada, trigo y la mitad de los excedentes de maíz, sin perjudicar sus propias agriculturas o poner en peligro importantes intereses de exportación. Las propuestas que los estados agrícolas presentaron a los estados industriales tenían la intención de favorecer a sus productos. Las concesiones arancelarias no pertenecerían a otros estados agrícolas; esto aplicado principalmente a los estados extranjeros. Por el contrario, el principio de nación más favorecida permanecería vigente para los productos industriales.
Pero también estuvo claro para Hantos que no es posible abolir unilateralmente el principio de nación más favorecida de los contratos comerciales europeos. El Imperio alemán, determinante en la venta de productos agrícolas, difícilmente estaría dispuesto a romper el principio de la nación más favorecida por el interés de once países del Danubio, ya que sus relaciones económicas con éstos eran relativamente insignificantes. Además, Alemania enfatizó que la idea de preferencias sólo tenía sentido para aquellos países que exportaban productos únicos y monopolísticos. Asimismo, surgió la pregunta de por qué Alemania debía otorgar concesiones arancelarias en los estados agrícolas del este, ¿por qué no a los estados más grandes que podrían ofrecer más?
La racionalización de la economía global y de las tareas europeas
En diciembre de 1929, Hantos realizó una presentación en Viena en nombre de la Sociedad Austríaca de Economistas, en la que analizó la racionalización de la economía global. En su opinión, durante la última década la humanidad había creado diversas dificultades que, a pesar de los ricos recursos, pueden llevar al empobrecimiento general. La actual situación insatisfactoria de la economía mundial no se remonta a la saciedad de la naturaleza, sino al ajuste inadecuado de las fuerzas disponibles. La problemática en cuestión no es un problema de cantidad, sino un problema de ajuste, lo que significa que es necesario una combinación de tareas orientadas a objetivos y la disponibilidad de recursos.
Se intentó comenzar a arreglar la economía mundial reconstruyendo las obras económicas globales que habían sido destruidas por la guerra y sus consecuencias. Varias entidades, entre otras, La liga de las Naciones, destinaron la disipación de la situación de crisis actual en la economía mundial.
La creciente comprensión fortaleció la noción de que una remediación y consolidación de la economía mundial podían solamente resolverse colectivamente. El movimiento de racionalización internacional surgió de esta crisis y de la conciencia de las interconexiones entre las crisis económicas mundiales. Mediante una cooperación determinada, se buscó alinear la capacidad de producción con las necesidades del mercado. La racionalización de la economía mundial es un término colectivo; en definitiva, la racionalización de la economía privada y de las economías nacionales está sujeta a este objetivo.
En aquella época, las propuestas de Hantos referentes a la recuperación económica mundial se hicieron aún más concretas. Tras el cambio en las condiciones económicas luego de la Primera Guerra Mundial, fue necesario reconstruir nuestro continente respetando el rol de Europa en el mundo. Después del “destronamiento de Europa”, su unidad económica debería ser restablecida en el marco del movimiento paneuropeo. Esta sería una Pan-Europa no-política, ni una formación política de poder, ni una potencia ampliada, sino una alianza de estados europeos para la política económica orientada a objetivos que se lograrían mediante la racionalización de la economía europea.
Existen tres enfoques para la implementación de esta sociedad orientada a objetivos: la unión aduanera europea, la comunidad de transporte europea y la comunidad de producción europea.
Las diferentes naciones podrían cooperar en función de la división del trabajo y la colaboración, si se abolieran las fronteras aduaneras, es decir, la unión económica de Europa se materializaría. En consecuencia, el objetivo de la unión aduanera europea es la estabilización económica de Europa. Sin embargo, esto sólo se puede lograr paso a paso. En el proceso de la unificación económica de Europa, el camino más prometedor es el siguiente: aquellos estados que dependen uno de otros desde un punto de vista económico, geográfico y político, por consiguiente calificados para unir fuerzas, se fusionarían previamente en un área económica importante. Un sistema económico mundial de escala paneuropea solamente puede construirse sobre organismos. Además del acuerdo económico franco-alemán, la condición previa más importante para la unión económica europea sería que los estados sucesores del Imperio austrohúngaro combinasen económicamente sus fuerzas. Alemania podría ampliar la pequeña Europa Central, que está constituida por los estados sucesores, en Gran Europa Central. Los tratados, basados en el sistema político de Locarno, podrían usarse para crear la unión aduanera de las regiones europeas. No obstante, los acuerdos regionales sólo representarían una fase temporal.
Entre los requisitos para una Europa económicamente unificada está el sector del transporte. Habida cuenta de que los desarrollos simultáneos en los medios de transporte son de mayor importancia que la unificación aduanera. El sector del transporte marítimo, los servicios postales y de telegramas, necesitan una estandarización global. Sin embargo, los sistemas telefónicos, los sistemas de transporte aéreos y ferroviarios necesitan una solución paneuropea.
El sistema económico europeo, si se basara en los esfuerzos conjuntos entre los diversos sectores de producción, representaría un camino más fácil para la cooperación. En esta área, las organizaciones supranacionales ya presentaron iniciativas prometedoras. Tales como: el pacto continental del acero entre estados anteriormente hostiles, el cartel internacional del cobre y el acuerdo de la industria de la potasa. En el sector de la producción se obtendrían beneficios evidentes a partir de una concentración en un cartel europeo. Los carteles internacionales de la posguerra no deberían concentrarse en el aumento de los precios de venta, sino en la reducción de los costos de producción, por lo tanto, en la racionalización para aumentar las ganancias.
Es fundamental que en el sector industrial se pueda pensar organizaciones de productores internacionales con intereses comunes. Básicamente, que las empresas que producen materias primas o productos semiacabados sean confiables y puedan formar fideicomisos y carteles. Sin embargo, en la agricultura, la concentración en un cartel es imposible.
Las grandes potencias en la región del Danubio en la década de 1930.
En 1931, la región del Danubio se convirtió en el principal foco de la rivalidad política de las grandes potencias. “Las ideas de Hantos son inaceptables”, sostuvo von Hoesch, embajador alemán en París, al informar al Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín (Auswärtiges Amt) la visita de Riedl, el ex embajador de Austria, en diciembre de 1931. Riedl intentó nuevamente llamar la atención de von Hoesch y alertar sobre los peligros que se avecinaban si se creaba una Confederación Danubiana sin Alemania. Para evitar el peligro, Riedl sugirió que “las 4 grandes potencias europeas: Alemania, Inglaterra, Italia y Francia se pusieran de acuerdo, antes de las negociaciones para la reorganización del sistema económico europeo desorganizado. Entonces, si tal vez a principios del próximo año hubiera una conferencia, los planes de la Confederación Danubiana podrían ser enterrados”.
Hantos, por el contrario, continuó siendo activo en sus esfuerzos para unificar Europa Central. No obstante, la cooperación económica entre Viena y Budapest falló debido a la resistencia de las autoridades agrícolas austríacas. La triple solución Checoslovaquia, Austria y Hungría, sin embargo, provocó el disgusto de Rumania y Yugoslavia. Así, en 1931-1932 ideó un nuevo plan para incluir a Checoslovaquia, Austria, Yugoslavia y Hungría. Pero Rumania y Alemania habían sido excluidas.
En febrero de 1932, por iniciativa de la sección húngara paneuropea, se celebró en Budapest una conferencia sobre la cooperación económica de los seis estados sucesores. Un cuestionario confidencial que Hantos había compilado sirvió de base para el debate. Entre otros, se decidió que “la tarea del momento es restablecer acuerdos mutuamente beneficiosos entre los seis estados sucesores”. Sin embargo, dado que este mercado no es suficiente para toda la producción, la colaboración con otros estados interesados en todos los sectores económicos es útil y deseable”.
Hantos tomó nota de las realidades de las políticas de poder y les dijo a los representantes de los medios que los dos grandes vecinos, Alemania e Italia, serían tomados en cuenta porque sin su apoyo la situación de Europa Central sólo puede cambiar con dificultad. En una declaración, la embajada alemana comentó que Hantos “quería tener en cuenta la opinión pública en Hungría y Alemania, y que se esforzó para presentar la idea de una Confederación Danubiana de una manera aceptable”. No obstante, las diversas excusas no alejaron a Hantos.
En marzo de 1932, el Plan Tardieu propuso una colaboración regional basada en beneficios mutuos entre los estados del Danubio. Berlín quería derrocar este plan, pero al mismo tiempo quería evitar una confrontación abierta entre alemanes y franceses. En abril de 1932 la conferencia de Londres fracasó al intentar discutir el Plan Tardieu “fue el último de los intentos para resolver el problema de la región del Danubio mediante la unión económica de todos los estados sucesores”. A pesar de esto, una de las conclusiones de la conferencia de Stresa, en septiembre de 1932, fue que el escenario principal de los problemas económicos de Europa se encontraba en la cuenca del Danubio, el origen de todas las dificultades.
A principios de 1933, Hantos declaró en su nuevo libro: “amenazado por el bolchevismo del este, apenas apoyado por el capitalismo del oeste, y molesto por muchas fuerzas separadas, Europa Central se convertirá en la fuente de fuego del continente y en una amenaza constante para la paz mundial”.
Hantos desarrolló, desde un punto de vista estrictamente científico, un sistema completo para la reconstrucción de Europa Central. De acuerdo con las realidades del poder político, calculó junto a las grandes potencias, principalmente Alemania, Italia y Polonia, un interés creciente hacia esta región.
Su síntesis describió varias formas para el crecimiento regional de Europa Central. Esto podría ser realizado comenzando por la industria, tal como lo preveía el proyecto para un Plan de Unión Aduanera Alemán-Austriaco de 1931. El surgimiento podría iniciarse en el sector agrícola, como ya se había señalado en diversas conferencias centroeuropeas sobre agricultura. Sería posible que éste comenzara a partir de la cooperación de los estados del Danubio o con la combinación de otros estados, pero dicho proceso no debía dirigirse contra otros pueblos o estados. El sistema político económico se basaba en las políticas de comercio, industria, agricultura, transporte y finanzas.
En la primavera de 1935, Hantos usó otros términos: no habló de Europa Central, sino del área del Danubio. “La decisión sobre la problemática del Danubio no se toma por medio de la ciencia, ni por la economía, sino por la política; no es el reconocimiento, ni la razón, sino el deseo de convertirse en dominante”, escribió, aparentemente experimentando la creciente influencia de la política nacionalsocialista en la región. El intento de reordenar la economía, mientras se mantenía alejado de la política, fracasó. “Tratemos de superar la política con la economía y creemos una atmósfera más libre y más fresca a través de la colaboración económica”. Sin embargo, sus propuestas no encontraron una audiencia después de que el Nuevo Plan de Hjalmar Schacht crease una situación completamente nueva en la región.
Resumen
Elemér Hantos perteneció a aquellos intelectuales y economistas húngaros que luego de la Segunda Guerra Mundial, buscaron fundamentos teóricos y opciones prácticas para lograr un acercamiento económico y cultural que proporcione una solución a la fragmentación y desorganización política de Europa y Europa Central. Además, él quería restaurar la cooperación orgánica anterior de los antiguos estados sucesores del Imperio austrohúngaro.
Las condiciones de las problemáticas centroeuropeas cambiaron completamente en comparación con los años de guerra. El factor decisivo fue la idea de una defensa común contra la preponderancia de la economía de los Estados Unidos. En 1920, podrían haberse conformado con una reconciliación cultural y un acuerdo económico de esas naciones, que durante varios siglos habían vivido en una coexistencia oportuna. Antes de la guerra, especialmente los círculos alemanes habían pedido cooperación. Pero en la década de 1920, Alemania sólo se relacionaba con la idea como observador.
Únicamente habría sido posible recuperarse de la crisis con un sistema cultural y económico centroeuropeo cuidadosamente planificado y claramente delineado. Según Hantos, no dar en el blanco fue el principal obstáculo para lograr un acuerdo centroeuropeo, o de otra manera, la falta total de planes y programas acerca de problemáticas que colectivamente afectaron a las naciones. Hantos dedicó sus actividades científicas y prácticas al desarrollo y a la promoción de la cooperación centroeuropea.
Con el fin de resolver la crisis agraria en Europa Central, Hantos propuso formar un bloque de siete estados de Europa Central. Por tal motivo, la independencia agrícola de Europa Central podría prevalecer y, al proporcionar oportunidades de venta para la agricultura, se fortalecería significativamente el mercado de productos industriales. El “programa realista” de Hantos promovió la lucha conjunta contra las primas a la exportación; la acción conjunta de los estados agrícolas en problemáticas de salud animal; la promoción de intereses comunes a través de la cooperación comercial-organizacional; el acuerdo sobre los costos de transporte y un acuerdo de política comercial. La cooperación regional proporcionaría un punto de partida apropiado para una plataforma común con las otras naciones de Europa respecto a la necesidad de un sistema aduanero ventajoso.
A principios de la década de 1930, la discusión de Europa Central fue reemplazada por la de la región del Danubio. Hantos fue acusado de haber tratado de “enumerar las diferencias”. En 1936, basándose en un nuevo plan de Hjalmar Schacht, Alemania cerró acuerdos económicos bilaterales con los países de la región de Europa Central. Tras la hegemonía alemana que pronto prevaleció en la región, todas las ideas de una cooperación de una Europa del Danubio se derrumbaron, independientemente de si siguieron los principios de Hantos, del modelo de la Pequeña Entente o incluso de un patrón diferente.